El tratamiento del rostro con toxina botulínica de tipo A, conocida comercialmente como botox, es una alternativa de gran auge en la actualidad dentro del campo de la medicina estética.
Este, mediante una técnica mínimamente invasiva, se inyecta en la piel con el objetivo de relajar las fibras musculares y reducir la contracción de los músculos faciales. De esta forma, es posible eliminar las arrugas y, al mismo tiempo, frenar su proceso de aparición.
¿Cuánto duran los efectos del botox?
Los efectos de un tratamiento de botox facial no son permanentes, presentan una duración aproximada de entre 4 y 6 meses. Luego, después de otros tres meses, la persona que desee continuar con el tratamiento puede acudir a una nueva sesión de aplicación.
Los resultados, además, dependerán de la técnica de inyección utilizada, la musculatura del paciente y la destreza del profesional médico que realice el tratamiento. Es fundamental contar con el asesoramiento de un profesional de trayectoria, que pueda evaluar las necesidades de la persona interesada.
¿Por qué elegir este tratamiento?
La toxina botulínica es un tipo de medicamento biológico empleado en la mayoría de los casos para tratar las arrugas de la frente, del entrecejo y las frecuentes “patas de gallo”.
Las aplicaciones de botox no son un tratamiento quirúrgico, se realizan de forma ambulatoria y son prácticamente indoloras. Después de 72 horas de la aplicación, los efectos empiezan a ser notorios. Transcurridos 10 días, pueden observarse los resultados máximos del tratamiento.
La posibilidad de sufrir efectos adversos es muy reducida. Acompañado por un profesional médico idóneo, que evalúe la pertinencia del tratamiento en cada caso particular, es posible garantizar los resultados deseados de manera segura y efectiva.
Primera consulta
El profesional inspecciona el rostro del paciente y realiza una entrevista exhaustiva para conocer el historial médico, dialogar acerca de las expectativas y evaluar los posibles resultados reales.
Casos en que las arrugas son muy profundas, por ejemplo, pueden requerir también de un tratamiento de relleno con ácido hialurónico, complementario al botox aplicado. De esta forma, es posible recuperar el volumen perdido.
Tratamiento del bruxismo y la hiperhidrosis con botox
Las inyecciones de toxina botulínica son, también, una alternativa efectiva para tratar la hiperhidrosis, esto es, la sudoración excesiva en ciertas áreas del cuerpo, como axilas, palmas de las manos y plantas de los pies.
Con la aplicación de botox en puntos específicos, es posible inhibir la actividad de ciertas glándulas sudoríparas durante extensos períodos de tiempo. Como resultado, el paciente experimenta mayor comodidad y una mejora en su calidad de vida.
Del mismo modo, el botox es una opción para el tratamiento del bruxismo. Con infiltraciones de este compuesto en el músculo masticatorio es posible reducir la contracción muscular y, en consecuencia, inhibir la acción de la mandíbula y de los dientes, sobre todo, durante el sueño.
El uso de toxina botulínica para tratar el hábito del bruxismo no afecta negativamente a la función masticatoria.
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